La terapia de pareja no es un espacio en el que sueltas a la otra persona, dices todo lo malo que tiene y luego esperas que te lo arreglen. ¡Ojalá!

Ahora, fuera bromas, acudir a terapia implica hacer auto crítica. Mirar hacia dentro y preguntarte si parte de los problemas que ves en el otro también los potencias o inicias con tu propio comportamiento.

Salvo en temas de violencia, en los que el hombre o la mujer culpan a su cónyuge de llevarlos a ese extremo en el que deben responder con violencia, física o psicológica, y nada de eso es cierto, ni sano, ni legal. En el resto de casos nuestro comportamiento puede estar generando dinámica negativa de la que solo vemos la punta del iceberg.

Por ejemplo, «mi pareja tiene poco deseo sexual, venimos a que le des unas pautas para subir las ganas».

Entonces hago la temida pregunta que no encaja en ese momento ni con lo que me han dicho: ¿cómo es un día normal en vuestra vida?

Me relatan una serie de tareas y obligaciones diarias en las que no hay tiempo para parar. Y especialmente la persona que tiene bajo deseo habla incluso de la carga mental, invisible, que lleva. Estar pendiente de citas médicas, de lo que falta en casa, de los cambios de armario, del dinero que hay que llevar para la actividad del hijo pequeño, de estar pendiente de los deberes del hijo mayor… Todo hecho un recopilatorio suena fatal. Y entonces digo «¿y te extraña, con todo eso, no tener apenas deseo?»

Podemos señalar el síntoma, pero ¿cuál es la causa de ello? Si no vamos a la fuente que lo origina, será poner parches, tiritas, sobre heridas profundas.

Aquí te dejo algunas de las reticencias más comunes, de los grandes mitos sobre la terapia de pareja, para que veas qué hay detrás de cada uno.

  1. Ambas partes deben estar motivadas para que la terapia funcione. Sí, y no. Es frecuente que uno venga convencido de que esta será la gran y última oportunidad de salvarlo todo y que el otro… bueno, que el otro venga a remolque. A veces me dicen: Susana, él (o ella) no quería estar aquí, y así no podemos avanzar. Bien, pues la experiencia me dice que suelen ser personas que bloquean emociones, no que no las sientan, sino que construyen muros a su alrededor y que en el fondo están asustadas y temen que una persona extraña rompa esos muros que tanto han tardado en construir.Venir el primer día reticentes o incrédulos no significa mucho. La mayoría termina por entregarse al proceso y a veces trabajan incluso más que las personas que los trajeron
  2. ¿Para qué? Total la gente no cambia. Sí y no. Podemos cambiar conductas y que esos cambios produzcan otros en nuestro interior. Eso sí, nuestra esencia permanece intacta. A veces les digo a mis pacientes que mi trabajo es «sacarlos del armario». Porque muchas personas esconden en su interior sentimientos, maneras de sentir, pensamientos, que no muestras. Mi trabajo, como digo, es ayudarles a que saquen esto. No inventamos un nuevo yo. No cambiamos la esencia de la persona. Pero sí le ayudamos a que sea él o ella, plenamente
  3. El amor es suficiente. El amor es necesario, imprescindible en una relación de pareja, pero no es suficiente para que esta sea satisfactoria. La planta es hermosa por sí misma, pero esa belleza no hace que se nutra sola, se alimente sola, se riegue sola, le de la luz solar sola… Todo en esta vida requiere atención y esfuerzo.
  4. Con el tiempo ya irá a mejor. El tiempo tiene esa capacidad dual de poner las cosas en su sitio y por otro lado de enquistar los problemas. Muchas parejas acuden a terapia después de años de tener el mismo problema y haber intentado mirar hacia otro lado para que el tiempo pasase y se arreglase solo. Cuando ves que pasados unos meses las cosas siguen igual es porque nada ha cambiado excepto el paso del tiempo. Y nada cambia, ¿por qué el resultado iba a ser distinto? Nosotros ya sabemos lo que tenemos que hacer. Bueno esto es un poco como en la alimentación. Crees saber lo que es bueno y lo que es sano para cuidarte pero por uno lado no lo haces, y por otro hay cosas que crees ciertas y no lo son. Por eso ponerse en manos de un profesional de la nutrición es mucho más efectivo. Con las parejas sucede lo mismo. Sabes la teoría (o eso crees) pero no la pones en práctica. El acudir a un terapeuta de pareja te ofrece las claves para pasar a la acción y para desmontar algunas falsas creencias sobre las relaciones y el amor.

Un terapeuta de pareja desde luego no es un mecánico del amor, no arregla nada. Es un guía que acompaña y muestra el camino y tú, solo tú, puedes recorrerlo. Requiere compromiso y esfuerzo, dos palabras que parecen poco románticas, porque creemos que el amor debe ser sencillo. Y yo te digo que nada en esta vida lo es. Todo lo que vale la pena requiere pasión y trabajo. A veces ese trabajo fluye por si mismo y otras veces necesitamos a alguien que nos muestre cómo hacerlo.